De la mano de un Falcao pletórico, Colombia logró ayer un triunfo vital en sus aspiraciones de volver a un Mundial, al derrotar 2-0 a Paraguay, en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez. El Tigre se devoró a un equipo guaraní que luchó hasta donde pudo, pero que finalmente sucumbió ante el toque y la efectividad tricolor.
Más que una victoria, es la confirmación del excelente momento por el que pasa el combinado tricolor de la mano del técnico José Pékerman. La Selección ha vuelto a ser el equipo de todos, se siente en cada rincón de Barranquilla, se siente en cada hincha que ayer gritó con el alma cada gol colombiano.
El juego fue un boceto de lo que ya se vislumbraba. Una selección paraguaya aguerrida, ordenada tácticamente, que vino a La Arenosa a jugarse la vida, que fue atrevida en el inicio del partido porque buscó a Colombia en su campo, lo incomodó, pero que finalmente se fue con las manos vacías e inmersa en una profunda crisis.
La primera aproximación guaraní llegó al minuto 17, con un remate de media distancia del delantero Nelson Haedo Valdez que pasó cerca del vertical. Luego fue Víctor Ayala el que probó con otro remate lejano, controlado en esta oportunidad por el arquero David Ospina.
Colombia no podía arrimarse a previos paraguayos. Se sentía incómoda, no podía circular el balón, sentía la presión asfixiante del rival en su propio campo y eso produjo que, por momentos, se volviera errática e improductiva. Lo más cercano fue un remate de Teófilo Gutiérrez, al minuto 41, que pasó por encima del horizontal.
De la mano de un Falcao pletórico, Colombia logró ayer un triunfo vital en sus aspiraciones de volver a un Mundial, al derrotar 2-0 a Paraguay, en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez. El Tigre se devoró a un equipo guaraní que luchó hasta donde pudo, pero que finalmente sucumbió ante el toque y la efectividad tricolor.
Más que una victoria, es la confirmación del excelente momento por el que pasa el combinado tricolor de la mano del técnico José Pékerman. La Selección ha vuelto a ser el equipo de todos, se siente en cada rincón de Barranquilla, se siente en cada hincha que ayer gritó con el alma cada gol colombiano.
El juego fue un boceto de lo que ya se vislumbraba. Una selección paraguaya aguerrida, ordenada tácticamente, que vino a La Arenosa a jugarse la vida, que fue atrevida en el inicio del partido porque buscó a Colombia en su campo, lo incomodó, pero que finalmente se fue con las manos vacías e inmersa en una profunda crisis.
La primera aproximación guaraní llegó al minuto 17, con un remate de media distancia del delantero Nelson Haedo Valdez que pasó cerca del vertical. Luego fue Víctor Ayala el que probó con otro remate lejano, controlado en esta oportunidad por el arquero David Ospina.
Colombia no podía arrimarse a previos paraguayos. Se sentía incómoda, no podía circular el balón, sentía la presión asfixiante del rival en su propio campo y eso produjo que, por momentos, se volviera errática e improductiva. Lo más cercano fue un remate de Teófilo Gutiérrez, al minuto 41, que pasó por encima del horizontal.
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